El humanismo es un movimiento intelectual, filosófico
y cultural europeo estrechamente ligado al Renacimiento cuyo origen se sitúa en
el siglo XIV en la península Itálica (especialmente en Florencia, Roma y
Venecia) en personalidades como Dante Alighieri, Francesco Petrarca y Giovanni
Boccaccio. Busca la Antigüedad Clásica y retoma el antiguo humanismo griego del
siglo de oro y mantiene su hegemonía en buena parte de Europa hasta fines del
siglo XVI, cuando se fue transformando y diversificando a merced de los cambios
espirituales provocados por el desarrollo social e ideológico de Europa,
fundamentalmente al pactar con los principios propugnados por las reformas
(luterana, calvinista, anglicana), la Contrarreforma católica, la Ilustración y
la Revolución francesa del siglo XVIII.
El movimiento, fundamentalmente
ideológico, tuvo así mismo una estética impresa paralela, plasmada, por
ejemplo, en nuevas formas de letra, como la redonda conocida como Letra
humanística, evolución de las letras Fraktur tardogóticas desarrollada en el
entorno de los humanistas florentinos como Poggio Bracciolini y de la
cancillería papal en Roma, que vino a sustituir mediante la imprenta a la letra
gótica medieval.
La expresión humanistis studiensins fue contrapuesta
por Coluccio Salutati a los estudios teológicos y escolásticos cuando tuvo que
hablar de las inclinaciones intelectuales de su amigo Francesco Petrarca; en
éste, humanitas significaba propiamente lo que el término griego filantropía,
amor hacia nuestros semejantes, pero en él el término estaba rigurosamente
unido a las litterae o estudio de las letras clásicas. En el siglo XIX se creó
el neologismo germánico Humanismus para designar una teoría de la educación en
1808, término que se utilizó después, sin embargo, como opuesto a la
escolástica (1841) para, finalmente, (1859) aplicarlo al periodo del resurgir
de los estudios clásicos por Georg Voigt, cuyo libro sobre este periodo llevaba
el subtítulo de El primer siglo del Humanismo, obra que fue durante un siglo
considerada fundamental sobre este tema.
El Humanismo propugnaba, frente al canon eclesiástico
en prosa, que imitaba el latín tardío de los Santos Padres y empleaba el simple
vocabulario y sintaxis de los textos bíblicos traducidos, los studia
humanitatis, una formación íntegra del hombre en todos los aspectos fundada en
las fuentes clásicas grecolatinas, muchas de ellas entonces buscadas en las
bibliotecas monásticas y descubiertas entonces en los monasterios de todo el continente
europeo. En pocos casos estos textos fueron traducidos gracias al trabajo de
entre otros Averroes y a la infatigable búsqueda de manuscritos por eruditos
monjes humanistas en los monasterios de toda Europa. La labor estaba destinada
a acceder así a un latín más puro, brillante y genuino, y al redescubrimiento
del griego gracias al forzado exilio a Europa de los sabios bizantinos al caer
Constantinopla y el Imperio de Oriente en poder de los turcos otomanos en 1453.
La segunda y local tarea fue buscar restos materiales de la Antigüedad Clásica
en el segundo tercio del siglo XV, en lugares con ricos yacimientos, y
estudiarlos con los rudimentos de la metodología de la Arqueología, para
conocer mejor la escultura y arquitectura.
Bibliografía:
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